La Pica-Pica

Cuando se murió mi Tío Pello la que rezaba el rosario era la viuda Dona Julia. Ella tenía una voz tan fuerte que hasta los que iban por la calle rezaban también. Y los que se encontraban en el velorio se tapaban los oídos porque se les rompían los tímpanos de los oídos. A cada rosario asistía don Siso este era dueño de la única tienda del barrio y le fiaba a todo el mundo a la mala paga y a los chismosos incluyendo a Juanita el "guelia".
Don Siso iba a la primera noche de la novena para contarle a todo el mundo de el fiad que le hizo el difunto antes de morir pero, la voz de la viuda lo fascino, el quiso, ir a darle el pésame pero antes tenia que darse un palo de canita con Juanita en el batey de la casa. A la viuda le gusto su gentileza y en toda la novena se paso coqueteándole.
Y fue hasta la última. Nació el amor. Don Siso estaba calvo, viejo y mella pero con chavos a deslumbro a Julita la de los once hijos. Asia pasaron los meses el amor creció fecharon la boda y en la repartición de las invitaciones hubo bochinche y anejos. El comprometido Don Siso no quería invitar a la boda a el "guelio" porque iba a su tienda a bochinchear de los demás. Y temía que este le dijera a su novia que comía galletas de casco sin la caja de dientes y se fueron enemistando, ya no le fiaba ni se daban el palo de canita que siempre compartían y mucho menos le dirigía la palabra por temor a que este confesara los secretos que muchas veces le decía.
La boda fue una verdadera fiesta en el barrio. Don Siso abrió la tienda para que los del barrio festejaran y daba "cosa" verlos comiéndose el salchichón mortadela jamón y las galletas con soda sin darle ninguna pena. El olor a pitorro era tan fuerte que se sabia en el batey, que estaban ajumaos.
El se quedo sin celebrar fue, el "guelio" por bocón y se le acerco a sus amigos a confesarles de la maldad que le iba a hacer a los novios por ser sus enemigos. Tenía en las manos una funda de estrazas en donde había preparado una bomba para que Don Siso y Julita no se olvidaran ni de la noche de bodas ni de este que les habla. Todos trataron de meterle mano en la viuda que traía en las manos pero lo que Juanita el "güelio" no dijo que juanita traía, era polvo pica-pica. Los que estaban en el patio se escondieron a observar a Juanita que había entrado al cuarto de don Siso por una ventana y estaba en el lecho nupcial con sabanas blancas y esparció el polvo pica en la cama y salto por la ventana como un atleta a reunirse con sus amigotes debajo del mango.
Luego de varias horas al quedarse los novios solos estaban muy contentos por tan esperado momento. Pasaron pocos minutos al escucharse un choro de maldiciones de todas clases que salían de la casa de Don Siso mientras que Juanita y sus amigotes se reían a carcajadas por lo que estaba aconteciendo. Coño que es lo que tiene esta cama que pica tanto que me esta arrancando el alma. Ana y su marido corrían desnudos hacia el rió gritando y arrascándose Juanita y sus amigotes riéndose a carcajadas de momento quedaron en silencio al escuchar la maldición. Lo que nos han hecho fue planificado con la ayuda del mismísimo jefe de los demonios el que se presto para esta poca vergüenza ojala y se muera rascándose de piquina y tos todos, los que se rieron de nosotros la paguen con plagas de gatos de pica.
- pica en sus fincas y que no las puedan acavar en mil años. Hoy cinco de junio de 2000 mientras hablaba con Don Jobo me volvió a comentar la maldición del Pica-Pica y Pica que sepa Don Efraín me decía Don Jobos Juanita el guelio termino muriéndose como los perros realengos ….. solo rascándose hasta piernas y cayendose todo lleno de sarna.
-Cuando fui a Santo Domingo por primera vez conocí muchas personas las cuales fueron muy amables conmigo. Durante los siete días que compartí con ellos por las noches nos reuníamos a comer ya que nos han ocurrido. Yo les conté como mi abuelita nos narraba anécdotas y cuentos que de sus antepasados y mi familia y yo nos reíamos y disfrutabamos de esos momentos tan inolvidables que pasaron y que no vuelven a repetirse jamás.